Y comienza el viaje, y sabes que saldrá bien. Comienzas a andar, y mientras andas vas atenta al camino, a las piedras que has de pisar, a los charcos que has de saltar y al paisaje que tienes a tu alrededor. Si durante el camino encuentras a algún otro igual que tú, te entra esa curiosidad de preguntarle y saber sobre su motivación, procedencia, etc. Y, comienzas conversaciones sin esfuerzo ni prejuicios. ¿Por qué de repente se vuelve todo más fácil?
Y tus planes no van más allá de lo que pasará ese mismo día y cómo mucho donde te gustaría dormir mañana. No se te ocurre pensar en el futuro más lejano, porque dependerá de lo que hagas hoy, ahora.
La naturaleza te da la fuerza para seguir, los árboles te arropan, el viento te reconforta, el sol te calienta y el cielo te alienta. Y el tiempo empieza a pasar rápido y lento al mismo tiempo porque todo cuesta un esfuerzo. Cada paso te acerca y te separa, y todo cobra un sentido difícil de definir con palabras, pero que te hace seguir sin plantearte otra alternativa.
Los momentos de sufrimiento físico se intercalan con momentos de alegría y plenitud. Cuando llega la mañana y el sol sale por el horizonte, los pájaros cantan y el cansancio desaparece de un soplido.
Van pasando los días, y de las personas que te encuentras a unas las vuelves a ver y a otras no...pero no supone más que asombro y gratitud. Y aunque se suponía que iba sola, no me sentí sola en prácticamente ningún momento, pero sí disfruté de la soledad.
paulo coelho version femenina
ResponderEliminarjajajaja. Muy audaz ....
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